Epifanía del Señor
Domingo, 02 Enero 2022, 06:00 - 23:50
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Hoy, fiesta de la Epifanía del Señor, el Evangelio (cf. Mateo 2, 1-12) nos presenta tres actitudes con las cuales ha sido acogida la venida de Jesucristo y su manifestación al mundo.
La primera actitud: búsqueda, búsqueda atenta; la segunda: indiferencia; la tercera: miedo. Búsqueda atenta: Los Magos no dudan en ponerse en camino para buscar al Mesías.
Llegados a Jerusalén preguntan: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle» (v. 2). Han hecho un largo viaje y ahora con gran atención tratan de identificar dónde se pueda encontrar al Rey recién nacido. En Jerusalén se dirigen al rey Herodes, el cual pide a los sumos sacerdotes y a los escribas que se informen sobre el lugar en el que debía nacer el Mesías.
A esta búsqueda atenta de los Magos, se opone la segunda actitud: la indiferencia de los sumos sacerdotes y de los escribas. Estos eran muy cómodos. Conocen las Escrituras y son capaces de dar la respuesta adecuada al lugar del nacimiento: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta»; saben, pero no se incomodan para ir a buscar al Mesías. Y Belén está a pocos kilómetros, pero ellos no se mueven. Todavía más negativa es la tercera actitud, la de Herodes: el miedo. Él tiene miedo de que ese Niño le quiete el poder. Llama a los Magos y hace que le digan cuándo había aparecido su estrella, y les envía a Belén diciendo: «Id e indagad […] sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle» (vv. 7-8). En realidad, Herodes no quería ir a adorar a Jesús; Herodes quiere saber dónde se encuentra el niño no para adorarlo, sino para eliminarlo, porque lo considera un rival. Y mirad bien: el miedo lleva siempre a la hipocresía. Los hipócritas son así porque tienen miedo en el corazón.
La primera actitud: búsqueda, búsqueda atenta; la segunda: indiferencia; la tercera: miedo. Búsqueda atenta: Los Magos no dudan en ponerse en camino para buscar al Mesías.
Llegados a Jerusalén preguntan: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle» (v. 2). Han hecho un largo viaje y ahora con gran atención tratan de identificar dónde se pueda encontrar al Rey recién nacido. En Jerusalén se dirigen al rey Herodes, el cual pide a los sumos sacerdotes y a los escribas que se informen sobre el lugar en el que debía nacer el Mesías.
A esta búsqueda atenta de los Magos, se opone la segunda actitud: la indiferencia de los sumos sacerdotes y de los escribas. Estos eran muy cómodos. Conocen las Escrituras y son capaces de dar la respuesta adecuada al lugar del nacimiento: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta»; saben, pero no se incomodan para ir a buscar al Mesías. Y Belén está a pocos kilómetros, pero ellos no se mueven. Todavía más negativa es la tercera actitud, la de Herodes: el miedo. Él tiene miedo de que ese Niño le quiete el poder. Llama a los Magos y hace que le digan cuándo había aparecido su estrella, y les envía a Belén diciendo: «Id e indagad […] sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle» (vv. 7-8). En realidad, Herodes no quería ir a adorar a Jesús; Herodes quiere saber dónde se encuentra el niño no para adorarlo, sino para eliminarlo, porque lo considera un rival. Y mirad bien: el miedo lleva siempre a la hipocresía. Los hipócritas son así porque tienen miedo en el corazón.